“Quedate tranquilo enano, todo va a estar bien”. Lisandro Tejada (14) llevaba apenas un par de meses en River Plate cuando Ubaldo Fillol llegó hasta el predio “millonario” para presenciar los partidos de inferiores frente a Arsenal. Tenía 10 años y era el arquero titular de su categoría. Pero estaba nervioso, le costaba la adaptación y sobre todo, ocupar un arco deseado por un montón de pibes. Aquellos consejos del histórico portero de la Selección Argentina fueron el puntapié de una historia soñada para él, que arrancó en un potrero de su querido Caucete y hoy transitan por los pasillos de la pensión de Núñez.
Lisandro es uno de los tantos pibes que están instalados en el fútbol grande de Buenos Aires, que recorrieron en bondi cientos de kilómetros y resignaron los picaditos de barrio para defender los colores de un gigante de la redonda. El cambio fue drástico y nada fácil. Los primeros días lejos de los afectos, de su San Juan, se transformaron en una lucha interna que sólo pudo afrontar con el tiempo y las palabras de aliento de su entorno. El “Pato” Fillol fue una de las personas que formaron parte de esa contención.
“Cuando termina el partido contra Arsenal viene un señor y me habla a mí solo. Me dice que me quede tranquilo, que todo iba a estar bien. Entonces me acerco a mi papá y él me comenta ´¿no sabés quién es ese señor, es Fillol?´ En ese momento no me di cuenta. Quedé impresionado, uno de los arqueros más importantes de River y de la Selección me estaba aconsejando. Fue un verdadero privilegio”, cuenta Lisandro desde la Casa River, donde está instalado desde 2016.
El emblemático arquero campeón del mundo se acercó al sanjuanino por pedido de Leopoldo Jacinto Luque, el ex goleador que en sus últimos años de vida descubrió al joven sanjuanino en la canchita de la Cooperativa de Caucete y se transformó en una especia de padrino. Tanto Leopoldo como Fillol acompañaron a Lisandro en sus primeros años en River, sobre todo cuando pensó en colgar los botines y pegar la vuelta a la provincia. “Extrañaba mucho, los primeros meses fueron difíciles para mí. Por eso Leopoldo le habló a Ubaldo para que me diera una mano, me aconsejara”, comenta el protagonista.
Pero no fueron los únicos referentes de la institución con los que se cruzó y de alguna manera lo motivaron a no abandonar su sueño. En inferiores fue dirigido en varias ocasiones por Ariel Ortega. También pudo conocer y hasta conseguir autógrafos y foos con Rodrigo Mora, Gonzalo «Pity» Martínez, Fernando Cavenaghi, Germán Luz, Sebastián Driussi y Milton Casco, entre otros. El compartir -diariamente- los pasillos del Monumental con las figuras del plantel profesional fue de gran envión anímico para él.
A Marcelo Gallardo también lo tuvo cerca. De hecho, le brillan los ojos cuando confiesa que su máximo sueño es recibir órdenes del “Muñeco”. “Ser dirigido por él, es una de mis metas en el fútbol”, asegura el joven. Y agrega: “Siempre sueño con que llegue mi momento, pero con tranquilidad, paciencia y esfuerzo. Ser arquero en River te hace sentir muchas cosas, pero te da tranquilidad porque por algo estás en ese lugar y sabés que lo podés hacer bien».
Lisandro es el arquero titular de la 8va de River y cuenta que conoce de vista a Leo Díaz, el arquerito sin experiencia de que debutó y la rompió en el Superclásico del domingo. En este contexto, se deshace en elogios para con él y hace mención al fuerte trabajo que realiza River en inferiores: “Lo vi en un entrenamiento de 4ta. Y la verdad que tuvo una actuación muy buena contra Boca, lo hizo muy bien. Es muy fuerte lo que le pasó. Yo estaría nervioso, pero recibir un comunicado en el que te dicen que debutas en un clásico debe ser lo mejor. Eso demuestra también que los chicos de inferiores siempre van a estar a la altura».
La mañana que lo cambió todo
Era un día de primavera, pero algo lluvioso. Lisandro estaba recostado en su habitación cuando su papá tocó la puerta y le dijo “levantate, te llevo a la prueba”. En el predio de la Cooperativa de Caucete, los captadores de River Plate esperaban a un centenar de pibes llenos de ilusiones. Lisandro era uno. Tenía 10 años y un par de aguantes que su papá Alberto, un obrero rural, a quien varias veces ayudó en la cosecha, le había comprado con mucho esfuerzo. Esa mañana lo cambió todo.
El arco, el legado familiar: «Me inspiré en mi papá para ser arquero. Mi hermano también está en ese mismo puesto, en San Martín».
Leopoldo Jacinto Luque y Luis Pereyra fueron quienes coordinaron la prueba que transformó la vida del arquerito sanjuanino. Fue un 3 de septiembre de 2016. La familia no tenía pensado asistir porque Vladimir, el más grande de los hermanos, se había lesionado en el colegio y estaba con reposo. Sin embargo, el papá convenció a Lisandro de probarse.
De pantalón negro y camiseta amarilla, con voz de mando y una altura llamativa para su puesto, el pequeño terminó fascinando a los captadores en menos de media hora. “Cuando terminó el partido me llamó Luis y me dijo que quería hablar con mis papás. Le dijeron que yo tenía que viajar a Buenos Aires, que tenía que probarme allá. Yo estaba muy emocionado”, recordó «Licha”.
Pero la felicidad se desmoronó ese mismo día para los Tejada, pese a que River había quedado encantado con en el menor de la familia. Ya antes Lanús había pretendido llevarse a Lisandro, pero tenían que juntar 7 mil pesos para gastos de viajes y hospedajes y no llegaban. Esta vez tenían el mismo problema.
Finalmente apareció el municipio de Cuacete para darles una mano con los gastos y dos días después Lisandro ya pudo instalarse en Buenos Aires, después de un viaje de 1200 kilómetros que se transformó en una eternidad.
Lisandro dio sus primeros pasos en el Club Deportivo Caucete, a donde llegó con apenas 7 años y fue elegido mejor arquero durante cuatro años consecutivos.
Instalado en la pensión, su vida dio un giro de 180°. Ese mismo año debutó y se consagró campeón del Torneo de Sunchales. En 2017 ya disfrutaba de su primer viaje internacional: Venecia, Italia,donde se enfrentó a los mejores equipos del mundo y logró con su equipo un tercer lugar. Después llegaron más momentos gloriosos: la noche que ingresó de la mano de Germán Lux en un partido de Copa Libertadores y la victoria frente a Boca por 3-0, con una estupenda actuación personal. Entre sus gratos recuerdos en River también está su viaje a Bariloche después de egresarse del colegio del club de Núñez.
“Cuando llegué a Buenos Aires siempre sentí que era otro ambiente, otro mundo. River cambió mi vida. Aprendí muchas cosas, pero sobre todo valores, que es lo primero que uno debe tener como futbolista. Esto que estoy viviendo significa mucho para mí, es mi gran pasión. Estoy viviendo ya desde hace cinco años en la Casa River con otros 20 chicos y para mí es un orgullo”, cierra Lisandro, la promesa sanjuanina en el arco de la «Banda».
Fuente: Tiempo de San Juan.